Hablemos de... Antioxidantes

Hoy os traigo otra entrada de mi súper colaborador Pablo. A partir de ahora, y como ya habréis visto en la anterior entrega, os contestará él a todos vuestros comentarios. Yo lo voy a llamar el consultorio de Pablo, jejeje. ;.P Así que os dejo con sus maravillosas entradas en las que tanto aprendo!!!!!

 

Quería dedicar un post a un tema del que se habla mucho, pero pocas veces se explica bien lo que es. Os voy a hablar exclusivamente de los antioxidantes de la alimentación, no de aquellos de cremas para la piel. Muchos fabricantes se apresuran a incluir las palabras "con antioxidantes" en sus productos para vender más, haciéndonos creer que son la fuente de la eterna juventud. Intentaré explicar hoy qué es lo que yo entiendo por antioxidantes, y me temo que antes de poder hacerlo, os tendréis que leer una pequeña parrafada.

Empezamos. Como todos sabéis, ingerimos alimentos para obtener energía y sus nutrientes. Se empiezan triturando en la boca, para llegar luego al estómago, donde ciertos jugos que segrega el estómago los disuelven para ir absorbiéndolos poco a poco en los intestinos. El problema es que este proceso no es limpio. Genera desechos y partículas "nocivas", al igual que un coche quema la gasolina y genera CO2 y otros elementos en pequeña proporción dañinos para el medio ambiente (nitratos). Los desechos ya sabéis todos como los procesamos ;). Pero hay que prestar atención a esas partículas nocivas.

Tras la reacción química del alimento para que nuestro cuerpo pueda aprovechar todos los nutrientes del alimento, se liberan las partículas nocivas que os he comentado llamadas radicales libres. Estos radicales pueden suponer, a la larga y en grandes cantidades, un riesgo para la salud. Al quedar libres, pueden atacar nuestras células. Y aunque parezca extraño, no es tanto el problema que las maten, como que las dañen. Me explico. El cuerpo tiene capacidad para regenerar células muertas de casi todo el organismo. El problema viene cuando un radical libre ataca una célula y la daña dejándola viva, pero con un posible malfuncionamiento. Podría darse el caso de que esa célula quede atrofiada y no haga bien sus funciones. Puede ser que esa célula contribuya a generar más y más células sin control, generando así un tipo de cáncer.

Los antioxidantes se encargan de atrapar los radicales libres y neutralizarlos para que no puedan ejercer su efecto nocivo. ¡Ah, pues entonces me hincho a antioxidantes que son buenos!. Nooooooooooooooo, JAMÁS. Como ocurre con todo en la alimentación, el exceso es malo. En este caso nefasto. Si, hipotéticamente, tomáramos muchos más antioxidantes de los que necesitamos, podría llegar a pasar que no llegásemos a oxidar el alimento, a procesarlo como es debido, generándole al cuerpo un problema mucho más grave que el de unos cuantos radicales libres.

No me atrevo a decir cuál es la cantidad idónea de antioxidantes diaria. Es evidente que hay que incluirlos en la dieta, pero no de una manera desproporcionada. Las vitaminas A, C y E son las antioxidantes por antonomasia. Otros tipos pueden ser los tioles o polifenoles, presentes en el té, frutas (la granada lleva mucho), vino, aceite de oliva, cacao y muchos más.

Mi consejo. Además de no obsesionarse con el tema, no hacer demasiado caso a esos fabricantes que te venden (por ejemplo) un zumo concentrado diciendo que está plagado de ellos. Y sobre todo (y ahora os voy a contar lo que es evidente pero a nadie le interesa decir), comer moderadamente. No pretendo que nadie pase hambre, ni crear una legión de cuerpos raquíticos, pero el hecho de hacer 5 comidas al día, con poca cantidad en cada una, es la mejor forma de tratar el problema de los radicales libres. Ya explicaré con detalle en otro post las ventajas de una dieta hipocalórica, pero como muchos estudios demuestran, la gente que come poco (o algo menos de lo normal), llega con mejor salud a la vejez y viven más.

¿Qué opináis del tema?